12 Mar 2006

Dacabalo

Caballo Roto

Hai uns mesiños (que ás veces parecen séculos), o-xornalista-de-deportes-que-máis-ben-debera-ser-novelista descubriume en dous tempos unha canción coa que nunca tropezaría se non fora por el e que agora me ten absolutamente obsesionada. Primeiro, chamándome un domingo pola tarde para comunicarme o feliz que o fixera escoitala a través dos oídos de Bevilacqua. Despois, de camiño a la última cena da miña vida mariñana, poñéndoma a toda pastilla no coche. Se non fora porque aínda me queda (un algo de) vergonza social, tería chorado aquela primeira vez que escoitei as primeiras estrofas:

Los caballos negros son.
Las herraduras son negras.
Sobre las capas relucen
manchas de tinta y de cera.
Tienen, por eso no lloran,
de plomo las calaveras.
Con el alma de charol
vienen por la carretera.

¡Oh ciudad de los gitanos!
¿Quién te vio y no te recuerda?
Ciudad de dolor y almizcle,
con las torres de canela.
¡Oh ciudad de los gitanos!
¿Quién te vio y no te recuerda?
Apaga tus verdes luces
que viene la benemérita.


Agora, a uns centos de quilómetros reais e uns milleiros de anos luz vitais daquela primeira vez, escoitoa sen parar, co "repetir una" do dvd. Calquera día baixan os veciños pegarme unha paliza por petarda. Incluso lle collín o gusto ao resto, algo máis cañero, da canción:

La ciudad libre de miedo,
multiplicaba sus puertas.
Cuarenta guardias civiles
entran a saco por ellas.
Los relojes se pararon,
y el coñac de las botellas
se disfrazó de noviembre
para no infundir sospechas.
Un vuelo de gritos largos
se levantó en las veletas.
Los sables cortan las brisas
que los cascos atropellan.
Por las calles de penumbra
huyen las gitanas viejas
con los caballos dormidos
y las orzas de monedas.
Por las calles empinadas
suben las capas siniestras,
dejando detrás fugaces
remolinos de tijeras.


E, cando non a estou escoitando, vouna cantando. O venres quedei cos do máster en Lavapiés e fun todo o camiño (unha media hora) repetindo as primeiras estrofas. Tiven que esperar un cachiño e alí me tedes, no medio e medio da capital do imperio, tarareando en silencio, tragando as ganas de cantar a toda voz:

¡Oh ciudad de los gitanos!
¿Quién te vió y no te recuerda?
Dejadla lejos del mar
sin peines para sus crenchas.
¡Oh ciudad de los gitanos!
¿Quién te vió y no te recuerda?
Que te busquen en mi frente.
Juego de luna y arena.


E o sábado recibín vía mail a nova obra do taller, para ver se lle botaba un ollo ao galego. Chámase km 526 e vai da Guerra Civil. E é fermosa. E triste. Tanto como os derradeiros versos que os de Marea lle colleron prestados a Federico:

Rosa de los Camborios,
gime sentada en su puerta
con sus dos pechos cortados
puestos en una bandeja.
Pero la Guardia Civil
avanza sembrando hogueras,
donde joven y desnuda
la imaginación se quema

¡Oh ciudad de los gitanos!
¿Quién te vió y no te recuerda?
Que te busquen en mi frente.
Juego de luna y arena.
¡Oh ciudad de los gitanos!
La Guardia Civil se aleja
por un túnel de silencio
mientras las llamas te cercan

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