18 Nov 2004


Víctor Jara

O próximo martes día 23 os afortunados que podan achegarse ata Santiago terán a oportunidade de vibrar de novo con Joan, unha apaixonada (e apaixonante) montaxe teatral que funde a traxedia persoal narrada por Joan Jara en Victor Jara: Un Canto Inconcluso coa capacidade (universal) do individuo para proporcionar unha dor infinita á humanidade... Eu quedo en Lugo-Lugo jodida pero contenta, coas III Xornadas Locais sobre Violencia de Xénero e coa charla con Rina Bolaño, da que xa vos falarei como é debido.

Mentres tanto, para abrir boca e animarvos a compra-la miña entrada, deixovos co relato da escritura do derradeiro poema de Victor Jara pola súa muller:

Al día siguiente, viernes 14 de septiembre, los presos fueron divididos en grupos de alrededor de doscientos, preparándolos para trasladarlos al Estadio Nacional. Fue en ese momento cuando Víctor, ligeramente recuperado, preguntó a sus amigos si alguien tenía lápiz y papel, y comenzó a escribir su último poema.

En las últimas horas de su vida, las raíces profundas de su infancia campesina lo llevaron a ver en los militares a matronas cuya llegada era la señal de los gritos del parto, lo que de niño le había parecido un sufrimiento insoportable. Ahora esas visiones se confundían con la tortura y la sádica sonrisa de El Príncipe. Pero hasta en ese momento Víctor abrigaba esperanzas respecto al futuro, confianza en que a largo plazo el pueblo sería más fuerte que las bombas y las metralletas... y al llegar a los últimos versos Canto qué mal me sales/cuando tengo que cantar espanto, para los cuales ya tenía la música en su interior, lo interrumpieron. Un grupo de guardias fue a buscarlo y le separó de los que estaban a punto de ser trasladados al Estadio Nacional. Le pasó de prisa el papelito a un compañero sentado a su lado y éste, a su vez, lo escondió en el calcetín mientras se lo llevaban. Cada uno de los amigos intentó aprenderse de memoria el poema a medida que era escrito, para sacarlo consigo del estadio.
No volvieron a ver a Víctor.

Somos cinco mil
en esta pequeña parte de la ciudad.
Somos cinco mil
¿ Cuántos seremos en total
en las ciudades y en todo el país ?
Solo aqui
diez mil manos siembran
y hacen andar las fabricas.

¡Cuánta humanidad
con hambre, frio, pánico, dolor,
presión moral, terror y locura!

Seis de los nuestros se perdieron
en el espacio de las estrellas.

Un muerto, un golpeado como jamas creí
se podria golpear a un ser humano.
Los otros cuatro quisieron quitarse todos los temores
uno saltó al vacio,
otro golpeandose la cabeza contra el muro,
pero todos con la mirada fija de la muerte.

¡Qué espanto causa el rostro del fascismo !
Llevan a cabo sus planes con precisión artera
Sin importarles nada.
La sangre para ellos son medallas.
La matanza es acto de heroismo
¿ Es este el mundo que creaste, dios mio ?
¿Para esto tus siete dias de asombro y trabajo ?
en estas cuatro murallas solo existe un numero
que no progresa,
que lentamente querrá más muerte.

Pero de pronto me golpea la conciencia
y veo esta marea sin latido,
pero con el pulso de las máquinas
y los militares mostrando su rostro de matrona
llena de dulzura.
¿ Y Mexico, Cuba y el mundo ?
¡ Que griten esta ignominia !
Somos diez mil manos menos
que no producen.

¿Cuántos somos en toda la Patria?
La sangre del companero Presidente
golpea más fuerte que bombas y metrallas
Asi golpeará nuestro puño nuevamente

¡Canto que mal me sales
Cuando tengo que cantar espanto!
Espanto como el que vivo
como el que muero, espanto.
De verme entre tanto y tantos
momentos del infinito
en que el silencio y el grito
son las metas de este canto.
Lo que veo nunca vi,
lo que he sentido y que siento
hara brotar el momento...

(Victor Jara. Estadio Nacional de Chile, Setembro de 1973)

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