As miñas experiencias coa Guardia Civil limítanse a aquela malfadada entrevista que mantivemos unha compañeira de Amnistía e máis eu co teniente coronel da demarcación provincial de Lugo (José Herrera) para o estudio de caso da violencia contra as mulleres e que acabou nun ronsel de ranciadas do tipo (e cito):
-Tenemos unas agentes especializadas, miembros del Emume. Ambas mujeres, por supuesto, porque en estas situaciones... cuando una mujer maltratada tiene que enseñar las bragas... es mucho más incómodo que el agente sea un hombre.
-A la sociedad, si un hombre mata a sumujer con una sartén, pues, claro, no pasa nada, porque no se puede hacer nada, pero si la mata con un arma se culpa a la Guardia Civil por permitirle tenerla.
-Claro, como no va a haber violencia. Antes, la mujer estaba ocupada en casa planchando, fregando y pariendo. Ahora, como tienen tres botones que hacen esas coas por ellas... pues claro.
-No aguantan el matrimonio y a los pocos meses de casarse ya se quieren separar. Y ¿quién se queda con el chalé? La mujer. Y ¿quién paga la hipoteca? El hombre. Y después hay violencia.
-Además, hay un desorden moral en la sociedad, hoy vale todo, hasta se pueden casar los gays. Porque ahora todo es salir del armario. Bueno, que les voy a decir a ustedes, que están en eso...
-La violencia doméstica en el campo no existe, porque si la mujer está en el Caurel cuidando las cabras, o está con las cabras o no está, pero su marido no le va a pegar.
Intento recordar que é unha experiencia puntual e que non os coñezo a todos e que non me gusta xeneralizar... pero é que cada día resulta máis difícil defender a existencia dun corpo de "seguridade" tan agresivo cos valores da sociedade actual.
Cada día, máis. O de Roquetas de Mar demostra que a xestión lexítima da violencia implica tanto poder como responsabilidade e que, con frecuencia, a Garda Civil abusa do primeiro e malinterpreta o segundo, ata o punto no que a desconfianza da sociedade a incapacita para cumplir a súa misión.
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